Lima, viernes 29 de enero de 2010, llego al “Palacio de la Juventud” con la intención de subir al último piso y hacer una toma panorámica del templo en forma de U de Garagay. Hacia varios días que pasaba por ahí, y no había podido ubicar un lugar adecuado para hacer algunas tomas. Sólo el palacio me pareció excelente. Llegue con la intención de solicitar permiso, pero como todos subían por los ascensores yo también lo hice. Ya en el piso 13 me di con la sorpresa que ninguna ventana da hacia el templo. Observe que en la azotea había un mirador. ¿Cómo llego?, me pregunte. Un amable profesor de guitarra me dice no saber como hacerlo. Le explico mis intenciones y le pregunto: ¿Puedo intentar subir por la escalera de servicio? Accede muy amablemente. Subo. La toma sale … incompleta. La caseta del ascensor obstaculiza la vista. Última opción: subir por la escalera de mantenimiento a la parte más alta. Llamo al vigilante, de quien observo sólo sus cosas, pero nada. Bueno, que más ya estoy casi arriba. Subo con temor, me ubico al medio por seguridad e inicio las tomas presurosamente. Bajo de inmediato y ahí nomás me aborda un vigilante muy alterado ¿Qué hice ahora? Llama al jefe de seguridad. Quiere que le de la cámara y mis documentos ¿Perdón? Eso solo a la policía. Abordamos el ascensor. Comentarios de los chicos: Parece que la azotea había un suicida. ¿Suicida yo? Antes que el ascensor cierre su puerta llega otro miembro de seguridad y me escolta hasta el primer piso. ¿Qué hacia arriba? Me pregunto. Tomando fotos del templo en forma de U de Garagay, responi. ¿Gara que? No tenía ni idea. Le muestro las fotos, le explico, me disculpo por las incomodidades. El jefe de seguridad llega, llama a la unidad móvil de serenazgo para que busque otra cosa que hacer. Falsa alarma, no hay suicida. ¡Todo por unas fotos para el colegio!